23 de diciembre de 2023

IV DOMINGO DE ADVIENTO -B

                                            

        
En este cuarto y último domingo de Adviento la liturgia nos presenta el relato del anuncio del ángel a María. Contemplando el maravilloso icono de la Virgen santísima, en el momento en que recibe el mensaje divino y da su respuesta afirmativa al ángel, y que nos ilumina interiormente la luz de verdad que proviene, siempre nueva, de ese misterio. Lo que expresa particularmente, es la importancia  de la virginidad de María, es decir, el hecho de que ella concibió a Jesús permaneciendo virgen, profetizado por Isaías: “Esta antigua promesa encontró cumplimiento superabundante en la Encarnación del Hijo de Dios”[1]. 
De hecho, la Virgen María no sólo concibió, sino que lo hizo por obra del Espíritu Santo, es decir, de Dios mismo. El ser humano que comienza a vivir en su seno toma la carne de María, pero su existencia deriva totalmente de Dios. Es plenamente hombre, hecho de tierra —para usar el símbolo bíblico—, pero viene de lo alto, del cielo. El hecho de que María conciba permaneciendo virgen es, por consiguiente, esencial para el conocimiento de Jesús y para nuestra fe, porque atestigua que la iniciativa fue de Dios y sobre todo revela quién es el concebido. Como dice el Evangelio: «Por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios»[2]. Es por eso que la virginidad de María y la divinidad de Jesús se garantizan recíprocamente.
El «sí» de María implica a la vez la maternidad y  virginidad, y desea que todo en ella sea para gloria de Dios, y que el Hijo que nacerá de ella sea totalmente don de gracia. Es así que, aunque la virginidad de María es única e irrepetible, su significado espiritual atañe a todo cristiano. Es una vinculación de fe. Quien confía profundamente en el amor de Dios, acoge en sí a Jesús, su vida divina, por la acción del Espíritu Santo. ¡Este es el misterio de la Navidad! A todos os deseo que lo viváis con íntima alegría.

        Señor, en este cuarto y último domingo del adviento, sintiendo muy cercano el Nacimiento del Hijo de Dios, desde las palabras del profeta Isaías, queremos orate con María, la Virgen de la esperanza, que camina siempre a nuestro lado. Queremos reconocerla como Profeta de la Alegría.

 



[1] Is 7, 14  

[2] Lc 1, 34

16 de diciembre de 2023

Tercer Domingo de Adviento, -Gaudete = Alegraos-.

 

    El tercer Domingo de Adviento, es el llamado domingo de Gaudete, que en latín quiere decir “alégrense” o “estad alegres”. Se trata de un domingo especial dentro de este tiempo de espera y preparación, en el que los cristianos debemos tomar conciencia de que la venida del Señor está cada vez más cerca, y como símbolo de que estamos de nuestra alegría, encendemos la vela rosada de  rosada, es decir, la tercera vela de la corona de Adviento que “preanuncia” la alegría mesiánica por la pronta llegada del Salvador.

    San Bernardo en su Sermón  quinto de adviento, en resumen, nos advierte: "En el Adviento viene el Creador que es al mismo tiempo Hombre y vienen para ayudar al hombre. En realidad ya estaba aquí, pero su presencia se hace más patente. Si nos llenamos de Él experimentaremos plenitud y saciedad espiritual. El que sólo ve su venida como un acto externo para pensar en comidas y adornos, nunca sentirá plenitud porque Dios será "su estómago". Sabemos que Dios es bueno y misericordioso por "su venida en ti y a ti". En realidad hay tres venidas: a los hombres, en los hombres y contra los hombres. La primera y la tercera son externas. La segunda es interna y es como construir un trono para Nuestro Señor que se sustenta en siete columnas: la justicia, el prestar ayuda y consejo (sabiendo que el mejor consejo es la conducta y la verdad), la fidelidad, la disciplina, prudencia (sería absurdo poner en riesgo la sangre de Cristo si estuviera en nuestro poder), el temor y el juicio (diferente de la justicia pues con el mismo nos declaramos indignos y humildes) y practicamos el juicio después de la justicia. Con estas siete columnas preparamos el bello edificio para recibir a nuestro Creador".

                             

 ¡Oh Pastor de la Casa de Israel!,

Trae a tu pueblo la ansiada salvación.

Verbo Eterno de la boca del Padre,

Fuiste anunciado por labios de profeta.

¡VEN PRONTO, SEÑOR!
¡LLEGA, OH SALVADOR!
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
¡VEN, LIBERADOR!
¡CIELOS, LLOVED VUESTRA JUSTICIA!
¡ÁBRETE, TIERRA,
HAZ GERMINAR AL SALVADOR!

El clamor de los pueblos se levanta.

Hijo de David, las naciones te esperan.

Queremos la llegada de tu Reino.

Ven a liberar del pecado a los pueblos.

Emmanuel, Salvador de las naciones,

Eres esperanza del pueblo peregrino.

Sol naciente, esplendor de la justicia,

Tú nos salvarás con tu brazo poderoso.

 

 

 

 

 

 

 

 

9 de diciembre de 2023

II DOMINGO DE ADVIENTO, c. B

 


II DOMINGO DE ADVIENTO, C. B

Para Mateo, el evangelio no comienza con la venida de Jesús, sino con un tiempo de preparación. Uno de los elementos en este texto a tener en cuenta es la Sagrada Escritura; el evangelio solo se puede comprender auténticamente meditando incesantemente las páginas de las que Dios ya había hablado. Las palabras que relata Marcos citando a Isaías, aluden e un camino que hay que preparar: el camino de Dios hacia Su pueblo y el camino del pueblo hacia Dios.

El segundo elemento de este evangelio, es el envío de Juan el Bautista, un profeta capaz de indicar a la humanidad el camino del desierto, el lugar donde Dios ofrece la posibilidad de una auténtica conversión. El Bautista insiste sobre todo en la necesidad de esperar a “otro”, uno que debe venir de parte de Dios.

La   paradoja de la espera está en el hecho de que los que creen en el mañana están en disposición de vivir mejor el hoy; que los que esperan que de la tristeza brote el gozo están en disposición de descubrir los rasgos de una vida nueva; que los que esperan con impaciencia la vuelta del Señor pueden descubrir que Él ya está aquí y ahora en medio de ellos.

Es en la espera fiel y gozosa del Amado donde comprendemos cómo ya ha llenado nuestras vidas.  Nuestra relación con Dios puede ser cada vez más honda, más madura mientras esperamos pacientemente Su retorno.

MMP


ORACIÓN

    Padre misericordioso, concédenos poder preparar el camino del Señor y enderezar las sendas de nuestras vidas. Permítenos ser tierra fértil para dar buenos frutos de bondad y misericordia. Danos un corazón que escuche tu Palabra para poder ponerla en práctica. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesús, en el poder del Espíritu Santo. Amén.