En este cuarto y último domingo de Adviento la liturgia nos presenta el relato del anuncio del ángel a María. Contemplando el maravilloso icono de la Virgen santísima, en el momento en que recibe el mensaje divino y da su respuesta afirmativa al ángel, y que nos ilumina interiormente la luz de verdad que proviene, siempre nueva, de ese misterio. Lo que expresa particularmente, es la importancia de la virginidad de María, es decir, el hecho de que ella concibió a Jesús permaneciendo virgen, profetizado por Isaías: “Esta antigua promesa encontró cumplimiento superabundante en la Encarnación del Hijo de Dios”[1].
De
hecho, la Virgen María no sólo concibió, sino que lo hizo por obra del Espíritu
Santo, es decir, de Dios mismo. El ser humano que comienza a vivir en su seno
toma la carne de María, pero su existencia deriva totalmente de Dios. Es
plenamente hombre, hecho de tierra —para usar el símbolo bíblico—, pero viene
de lo alto, del cielo. El hecho de que María conciba permaneciendo virgen es,
por consiguiente, esencial para el conocimiento de Jesús y para nuestra fe,
porque atestigua que la iniciativa fue de Dios y sobre todo revela quién
es el concebido. Como dice el Evangelio: «Por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios»[2].
Es por eso que la virginidad de María y la divinidad de
Jesús se garantizan recíprocamente.
El
«sí» de María implica a la vez la maternidad y virginidad, y desea que todo en ella sea para
gloria de Dios, y que el Hijo que nacerá de ella sea totalmente don de gracia. Es
así que, aunque la virginidad de María es única e irrepetible, su significado
espiritual atañe a todo cristiano. Es una vinculación de fe. Quien confía
profundamente en el amor de Dios, acoge en sí a Jesús, su vida divina, por la
acción del Espíritu Santo. ¡Este es el misterio de la Navidad! A todos os deseo
que lo viváis con íntima alegría.
Señor, en este cuarto y
último domingo del adviento, sintiendo muy cercano el Nacimiento
del Hijo de Dios, desde las palabras del profeta Isaías, queremos orate con María,
la Virgen de la esperanza, que camina siempre a nuestro lado. Queremos
reconocerla como Profeta de la Alegría.
Gracias por tan Excelente reflexión.
ResponderEliminarFeliz y Santa Navidad.
Dios con nosotros.
Les he encontrado de casualidad!!!
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