30 de diciembre de 2023

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

 

La solemnidad de “Santa María La Madre de Dios”, es la primera festividad mariana que apareció en la Iglesia occidental. Comenzó a celebrarse en Roma alrededor del siglo IV. En realidad, este título se le atribuyó oficialmente en el concilio de Éfeso, del año 431, pero parece se había consolidado en la devoción del pueblo cristiano desde el siglo III. La celebración en la  Octava de Navidad, coincide con el Año Nuevo porque la primitiva Iglesia lo hizo coincidir  para ayudar a los creyentes a comenzar el año con un sentido cristianamente nuevo, ya que los paganos celebraban ese día con libertinaje y superstición.  En 1931, conmemorando el XV centenario del Concilio de Éfeso, el Papa Pío XI insertó la fiesta litúrgica en el calendario romano general. Con la reforma litúrgica de 1969, pasó a celebrarse el 1 de enero como solemnidad. Este día está así lleno de celebraciones: la Octava de Navidad, la solemnidad de María, Madre de Dios y desde 1968, con Pablo VI, la Jornada Mundial de la Paz.

Los mensajes de este primer día del año son muchos: se nos invita a aprender de la Virgen Madre a "conservar" la Palabra de Dios, y a preguntarnos qué quiere decirnos el Señor Jesús con el paso de los días, sabiendo que estamos bajo el "signo" de la bendición de Dios, como nos recuerda la primera lectura tomada de los Números. Por su “SI” a la voluntad de Dios, María dio a  luz a Jesucristo y también se convierte en Madre de la Iglesia y símbolo de nuestra comunidad cristiana. El Señor fortalece nuestra fe con su palabra que hoy se centra en ella y nos muestra su grandeza a través de la historia.

En este año que termina debemos agradecer a Dios todo lo bueno que de Él hemos recibido que ha sido mucho9 más de lo que vemos y percibimos con nuestros sentidos y pedir perdón por todos los errores que hemos podido cometer. Aquello bueno que no hemos  podido o sabido llevar a cabo y es para bien, le pedimos al Señor que nos dé luz y fortaleza para ponerlo en marcha, a fin de darle gloria siempre y en todo, sin robarle a Dios lo que le pertenece. Que tengamos paciencia con nosotros mismos y que, al mismo tiempo, sea capaz de perdonar y perdonarme para vivir hacia dentro y hacia afuera esa transparencia que nos llene la vida de un optimismo sobrenatural.

Debemos proponernos ser constructores de paz: no esa paz que consiste en un equilibrio del momento, cuando cada cual cede y nadie termina de estar conforme porque es una paz sostenida por pura diplomacia y hasta por solo no complicarnos la vida, pero no sentida y vivida. Buscaremos esa paz que se convierte en reto de amor, la verdad que se apoya en el auténtico amor y que surge de un corazón realmente enamorado, que no se repliega sobre sí mismo. Esa Paz del que sabe perdonar y pedir perdón, aprendiendo de la mirada con la que el Señor nos mira a cada uno. La humildad es una forma clara de no dejar que el enfado, la rabia, los reproches enturbien la propia vida. Con la alegría del que se sabe hijo de Dios y quiere funcionar como tal. Ver, con serenidad, que soy poco por mí mismo, pero soy mucho cuando le dejo obrar a Dios en mí y a través de mí. Esa es la Paz que viene de Dios.

Maternidad de María. La primera gran solemnidad del año que comenzamos es “María como Madre de Dios y Madre nuestra”. Es el primero de los dogmas marianos, del cual proceden todos los demás. Empezaremos una nueva andadura en nuestra peregrinación por esta vida, y nos acogeremos a la intercesión de esta Madre que es de Dios pero también nuestra. Ella quiere ser y lo es en realidad, el puente que nos lleva a su Hijo, por eso es también nuestra “Puerta del Cielo”. Nadie ha sido ni será como ella, ya que fue destinada por el mismo Dios a ser la Madre de nuestro Salvador y está desde el primer momento asociada a la Misión del Mesías de Israel. Podemos decir que ella está al alcance de nuestra mano. Mo puede estar más cercana. Es más, María que nos lleva muy metidos en su corazón materno y no deja nunca de atendernos como a sus hijos queridos, que somos. Pues entonces, Pues entonces no dudemos de ponernos con confianza filial en sus manos para que nos guíe y nos aliente en nuestro camino hacia el Cielo.

LMJPA

 

 

 

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