Bésame con el beso de tu
boca
("Beso" aquí, es un término simbólico
que quiere expresar el sentido más profundo de
la relación mística del alma con Dios)
Entrad dentro de vosotros mismos, y
cada uno escuche muy atento su conciencia a propósito de lo que se va a decir.
Me gustaría saber si a alguno de
vosotros le ha sido concedida la gracia de poder decir con sinceridad: “Que me
bese con el beso de su boca”[1].
No todos los hombres pueden decir
esto de corazón.
En cambio el que al menos una vez
haya recibido un beso espiritual de la boca de Cristo, con toda certeza volverá
a pedir esa experiencia personal, y la repetirá con alegría.
Yo estoy convencidote que quien no
lo haya recibido no puede ni siquiera saber qué es eso.
Es sin duda alguna, un maná
escondido[2],
y sólo el que lo ha comido se queda con más hambre de él[3].
Es una fuente sellada[4] a
la que un extraño no puede acercarse. Solamente el que bebe de ella queda
todavía con más sed[5].
Escucha a uno que lo ha
experimentado y fíjate cómo pide que se repita: “Devuélveme, dice, la alegría de
tu salvación”[6].
Ni se le ocurra desear esto para sí
un alma como la mía, cargada de pecados[7],
y todavía expuesta a las pasiones de su carne; que aún no ha experimentado la
dulzura del Espíritu, y que ignora y no tiene experiencia de los gozos
interiores.
(Sermones sobre el Cantar de los Cantares, 1)
Nace
en Borgoña (Francia) en el año 1090, en el Castillo de Fontaines-les- Dijon. En
1132 con 30 compañeros, entró en el monasterio de Citeaux siendo Esteban
Harding Abad del mismo, y tres años después, fue enviado como fundador y Abad de Claraval. Durante su vida fundó más
de trescientos monasterios. Murió el 20 de agosto de 1153 con 63 años.
Proclamado Doctor de la Iglesia es
cronológicamente el último de los Padres de la Iglesia. Fue el gran impulsor y
propagador de la Orden Cisterciense
y el hombre más importante del siglo XII en Europa. Es conocido como “Doctor
Melifluo”, y se destacó por su inmenso amor a Cristo; a la Virgen ya que es también
llamado el “Cantor de María”; y por su deseo ardiente de salvar almas. Fue
proclamado Santo en el 1173 por el Papa Alejandro III.
Comentario
Estamos
en el S. XII, el siglo del amor, del amor cortés, de los trovadores. S.
Bernardo y en general, la mayoría de los autores cistercienses, encuentran en
el Libro bíblico del Cantar de los Cantares, el campo más favorable para
expansionar sus ansias amorosas. Este libro ha sido objeto de comentarios por
parte de monjes como Bernardo, su amigo Guillermo de Saint-Thierry o Juan de
Forde entre otros.
Los
cistercienses se han caracterizado por utilizar el lenguaje amoroso propio de
su época, ellos ha realizado o han “creado” la por algunos como Leclercq llamada “Teología Monástica”,
consistente en una reflexión de Dios que parte y se desarrolla en la
experiencia, dentro de la vida monástica. Una teología muy diferente de la que
se estudiaba en las escuelas a donde acudían muchos para conocer a Dios aunque
no se tuviera experiencia, un encuentro íntimo con Él, nos referimos a la Teología Escolástica
donde se trataba de conocer a Dios a través de la razón, del razonamiento
deductivo. Los monjes no se apropian de este tipo de teología “científica”,
ellos hablan y escriben del conocimiento adquirido a través del encuentro
íntimo, de la experiencia de divina en sus almas. San Bernardo es además, un
hombre de afectos ardientes, vehementes, apasionadamente enamorado de Cristo. Y
éste es otro aspecto propio del monje cisterciense, la acogida del Misterio de
Dios a través de la humanidad de Cristo. Como también es perteneciente a los monjes, el
acercamiento a Cristo a través de la Escritura , todos los escritos de autores
cistercienses están salpicados de citas bíblicas con las que dan fuerza y
confirman aquello de lo que nos hablan, toda su “teología monástica”, es
realmente una “teología monástica” y ellos y ellas, las monjas cistercienses,
vemos que escogen como Libro preferido de la Biblia el Cantar de los Cantares y así, se dejan
llevar por los impulsos amorosos que este Libro despierta en ellos y en ellas.
Sobre
este comentario inacabado al Cantar de los Cantares de S. Bernardo, nos comenta
el monje trapense Fr. José Luis Santos: “En estos sermones las llamadas a la
humildad y a la obediencia son constantes, el amor a Jesucristo alcanza cimas
muy altas y llenas de poesía y las referencias a la Virgen María son muy
significativas”[8].
S.
Bernardo, basándose en este texto del Cantar de los Cantares, utiliza un
lenguaje espiritual, mas sobre todo, afectivo (corazón, beso, boca, experiencia
personal, dulzura…). La experiencia espiritual es muy importante ya que empieza
diciendo que va leer el libro de la experiencia; también habla de la
experiencia personal del beso de Cristo; y sin embargo comenta amargamente que
aún la falta la experiencia de la dulzura del Espíritu y de la experiencia del
gozo interior. Como vemos, nada más lejos de un comentario teórico, Bernardo
derrama todo su afecto interior y profundo ante el deseo de gozar del Amor de
Cristo, de recibir Su beso. Habla con el corazón y expone con gran fervor la
alegría de la experiencia personal y amorosa con el Señor. Para él, Cristo no
es un “Alguien abstracto”, es Jesús, que tiene boca y que sabe besar, y ¿qué
manifiesta más el afecto, el cariño y la pasión amorosa que el beso? Es este
beso de la boca de Cristo el que inflama y hacer arder a S. Bernardo. No sabe
sino usar un lenguaje fogoso, ardiente,
apasionado, vehemente… que alcanza cotas muy pocas veces logradas por otros
autores cuando se refieren al amor humano, al amor entre un hombre y una mujer,
es un amor “divino”.
Esta
experiencia de ser besado por Cristo, provoca un ansia, un hambre y una sed
inextinguible y que crece cuando más se experimenta. Mas él, se considera
indigno de sentir, de llegar a tales gozos interiores, a tal dulzura pues su
alma, según nos dice, está llena de pecados, pero si no hubiera ya deleitado,
aunque mínimamente, de este beso, no lo buscaría ni lo desearía con tanto
delirio.
El
núcleo esencial es que si alguno tiene la gracia concedida por el Espíritu, de
recibir el beso de Cristo, ya no querrá otra cosa fuera de Él, El Señor será su
gozo, su todo, su alegría más íntima, el alma será invadida de una dulzura y
una dicha difícilmente explicables y que la llenará por completo, y que cuánto
más se goza, más se desea, creándose así, un círculo virtuoso que transforma al
amante por completo, enajenándole de amores divinos.
En este sermón, S. Bernardo habla del beso
espiritual, el beso de la boca de Cristo, pero él distingue, hace una categoría
de tres tipos de besos:
1.-
El primer beso, que es el beso en los pies, en otro pasaje de este mismo
sermón, Bernardo nos impulsa que nos postremos suplicantes a los pies del
Esposo y ahí esperemos hasta que non invite a levantarnos.
2.-
El segundo beso, es el beso en Su mano, en la mano del Señor, él nos incita a
besar Su mano para que así, logremos perseverar en el bien; en este beso,
recibimos la fuerza necesaria para no desviarnos ni cansarnos en el camino de
la virtud.
3.-
Y el tercer beso, es este beso de Su boca del que venimos hablando. Una vez que
ya hemos besado Sus Santísimas manos, por fin, podemos levantar nuestra boca
buscando la Suya
y llegar a recibir el beso de la adorable boca de nuestro Salvador. Sin
embargo, nos conviene recordar y no olvidar
que aunque hayamos llegado a gozar del beso de la boca del Señor, “todo
es gracia”.
Realmente,
éste, no es un texto para comentar, sino para saborear y enamorarse, debe ser
leído con atención, deleitándose en cada palabra, cada expresión cargada de
pasión.
Sin
embargo, la Sagrada Escritura
es siempre actual, no pasa nunca y se dirige a cada uno de forma personal y de
cada época, es decir, este beso del que habla el Libro bíblico del Cantar de
los Cantares, también va dirigido a ti, querido lector. También tú, debes
hacerte eco de las palabras del texto bíblico y desear el beso de la boca de
Cristo, que Él mismo te bese “con el beso de Su boca”, beso adorable, dulce
como la miel, que embriaga como el vino y que una vez recibido en lo más íntimo
del alma y del corazón, ya no se puede olvidar ni desear otra cosa. Esta
experiencia nos une más íntimamente a Jesús, nos excita a amarle y este amor,
si es verdadero y puro, nos lleva a amar de verdad y por tanto, este amor que
llena nuestra alma, se desborda como un río en crecida y se derrama
abundantemente sobre nuestros hermanos los hombres, tanto los más cercanos y
que viven con nosotros y a nuestro alrededor, como a los más lejanos, a todos
sin distinción alguna.
Saborea
este manjar exquisito que encuentras en el Canta de los Cantares, enamórate de
Cristo, haz la prueba de unirte a Él por el amor y no te arrepentirás,
encontrarás un gran tesoro que nada ni nadie será capaz de arrebatarte, la paz
de Dios llenará tu alma y tú podrás irradiarla a este mundo que tan falto esta
de paz y de luz. Pídele que te conceda la gracia del “beso de Su boca” y ya no
serás capaz de separarte del “Amor de tu alma”.
Que María, nuestra Madre, interceda para que
nos sea concedida esta gran gracia del beso de Cristo y sepamos corresponder a esta
gran misericordia que Él mismo está deseoso de regalarnos como el más
apasionado de los amantes.
Hna. Marina Medina
INTERESANTE QUIEN CONOCE A DIOS SABE ENTENER SU ESENCIA HABLA UN ENAMORADO DEL VERDADERO AMOR ESE QUE NO SE EXTINGUE EL DE CRISTO VIVO
ResponderEliminar¿Porqué en su breve biografía no se habla ni se comenta su gran relación con "los pobres caballeros de cristo" luego llamamos "caballeros templarios" a quien escribió su regla y su forma de vivir como monjes y caballeros.
ResponderEliminar¿Acaso hay que olvidar esa gran parte de su vida y posiblemente las más ardua y la más interesante de contar?
��������
¿Porqué en su breve biografía no se habla ni se comenta su gran relación con "los pobres caballeros de cristo" luego llamamos "caballeros templarios" a quien escribió su regla y su forma de vivir como monjes y caballeros.
ResponderEliminar¿Acaso hay que olvidar esa gran parte de su vida y posiblemente las más ardua y la más interesante de contar?
🤔🤔🤔🤔