Pero la experiencia enseña que no
siempre es fácil vivir de sola fe, porque necesitamos disipar la oscuridad que
nos rodea y llegar a poseer la razón de los acontecimientos de cada día. Y así
puede ocurrir que la llama de la fe vaya
apagándose, que el ardor inicial se enfríe, que la crisis se insinúe. Desde
esta perspectiva ayudan los consejos que san Pablo daba a su discípulo Timoteo,
que debía pasar un momento de dificultad. Le recuerda el don recibido de Dios,
le invita a avivarlo, a despertar del sopor y prepararse de nuevo para el
combate. Las palabras del apóstol recuerdan que, si bien existe la posibilidad
de un debilitarse en la fe recibida, existe también seguridad de que es posible
empezar de nuevo, fortalecidos por la gracia del Espíritu Santo que habita en
nosotros.
En el evangelio, los apóstoles
dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. Los apóstoles habían convivido con Jesús,
fueron testigos de sus milagros, escucharon sus enseñanzas, pero a pesar de
todo son conscientes de la debilidad de su fe y le piden ayuda. Como hace a
veces, Jesús no da una respuesta directa a la cuestión planteada, sino que se
entretiene en exponer dos parábolas.
En primer lugar, Jesús les dice: “Si
tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: arráncate de
raíz y plántate en el mar, y os obedecería”. La parábola corresponde al género
literario de la paradoja, bastante común entre los orientales y que conviene
saber interpretar. Jesús nunca hizo milagros de este tipo y sus signos tienden siempre a confirmar sus palabras,
nunca a suscitar el entusiasmo de los presentes. Jesús quiere decirnos con esta
parábola que la fe, por pequeña que sea, cuando es viva y se convierte en el
motor que mueve a las personas, puede obtener resultados de otra manera
difíciles de imaginar. Nada es imposible para el que cree. Esta es la primera
lección de Jesús a sus apóstoles, y a través de ellos, a nosotros mismos.
Jesús añade una segunda parábola, la
del criado que cumple con su deber y que, según las costumbres de la época, no
puede exigir ningún agradecimiento por el trabajo realizado. La parábola hay
que colocarla en el contexto de la petición de los apóstoles y quiere recordar
que la fe, esta fe que los apóstoles tienen ya en modo incipiente, esta fe que
puede obtener grandes resultados, en el fondo es algo gratuito, es puro don de
Dios. Y si nos preguntamos sobre el origen y la razón de este don, hay que
decir que es fruto del amor que Dios nos tiene y que espera una respuesta
radical, sin reservas ni pausas, como manifestación del amor que responde al
amor.
Jesús concluye: “Cuando hayáis hecho
todo lo mandado, decid: Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que
hacer”. Con estas palabras indica que espera de nosotros una disponibilidad
total para convertirnos en instrumentos de su voluntad, para hacer llegar a
nuestros hermanos la salvación que Dios quiere dar a manos llenas. En este
contexto, creer es abrirse a Dios y a su proyecto de salvación, y contando con
su ayuda y no con nuestras propias fuerzas, decidirnos a seguir el camino que
Jesús nos ha trazado.