1-SAN BASILIO Y LA EUCARISTÍA
Cada
cristiano en virtud del bautismo, se hace extraño al mundo y el que recibe el
bautismo, es discípulo del Señor, se consagra a Él y le promete fidelidad
eterna como en un vínculo nupcial, se hace ciudadano de los ángeles, y forma
parte de la única fraternidad de la Iglesia. La
Eucaristía confirma y hace visible el pacto en la experiencia cotidiana de cada
bautizado, es decir, hace posible vivir en plenitud y con fidelidad la gracia
del bautismo.
San Basilio recomienda la comunión
diaria, ya que nos es necesaria para acoger la vida eterna que es la verdadera
vida. La Epístola
93 de Basilio[1],
es uno de los escritos más importantes sobre la Eucaristía y la
historia de la comunión: trata de la costumbre de reservar la Eucaristía en las casas
privadas para su uso, la fe en la presencia del Cuerpo y Sangre del Señor, y es
aquí donde recomienda la costumbre de la comunión diaria: “Y el comulgar cada
día y participar del santo cuerpo y sangre de Cristo es bueno y muy útil; pues
dice Él claramente: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna”(Jn 6, 54)”[2].
Basilio nos enseña que la transformación del pan y el vino
en el Cuerpo y la Sangre
de Cristo es debido a la acción del Espíritu Santo. A través de los evangelios,
reconocemos las palabras de la institución, y por medio de la Tradición de la Iglesia , nos llegan las
palabras de la epíclesis. Para
Basilio toda la acción litúrgica compuesta por gestos y palabras es
consagratoria, la acción eucarística posee lo que él dice “una gran fuerza para
el misterio”. “La acción litúrgica es actualización del Misterio, es presencia
de Cristo, actuación del Espíritu Santo y transformación de los que participan
de los dones eucarísticos”[3].
San Basilio tiene textos que nos hablan de la Eucaristía :
-Homilía en honor del mártir Gordio.
-Moralia:
* Regla 8: no se debe dudar de lo que dice el Señor.
* Regla 21: se debe participar del Cuerpo y Sangre de
Cristo para obtener la vida eterna; de nada sirve recibir la comunión sin una
buena disposición y lleva a la condenación a quienes la reciben indignamente;
cuál es el modo de recibir adecuadamente la comunión; y deber de alabar al
Señor el que participa de las cosas santas.
-Reglas breves:
* Cuestión 172: trata sobre el afecto y veneración con el
cual se debe recibir al Señor.
* Cuestión 309: Si es conveniente acercarse a comulgar
aquel al que acaecen los fenómenos acostumbrados y según la naturaleza.
* Cuestión 310: Si se puede celebrar la oblación en una
casa privada.
-Sobre el Espíritu Santo: concerniente a la importancia de
la tradición no escrita con relación a la Eucaristía.
-Cartas:
* Carta 93: A Cesaria, patricia, sobre la comunión.
* Carta 199, nº 22. 24.
* Carta 243, nº 2.
-Sobre el bautismo:
* Cuestión 3: Si no es peligroso que una persona que no
está totalmente limpia de pecado pueda comulgar.
12-MARIOLOGÍA
El Verbo encarnado se encuentra en el centro de un doble
misterio: por una parte Su generación divina y eterna del Padre en el ámbito de
la Trinidad ,
y Su generación humana y temporal de la Virgen
María. En su venida a la tierra, Jesús se ha hecho presente
asumiendo una generación temporal en condiciones de perfecta igualdad con todos
los hombres. Ha tomado la forma de siervo[4] para no
escandalizar ni asustar a la debilidad humana. La Encarnación no
destruye la divinidad. La intervención de Dios es acabar con el pecado y la
muerte y hacer al hombre fuerte contra el mal y amigo de Dios, convertirlo en
heredero del paraíso.
La concepción de virginal de María: es el kerigma[5], es
decir, la proclamación pública del contenido de la fe de los creyentes.
María es un “taller” donde los “trabajadores” de la
generación humana del Hijo son las Personas divinas –nombradas por el Evangelio-
el Espíritu Santo y la fuerza del Altísimo.
Basilio distingue las dos fases del Misterio: la virginidad
de María hasta el nacimiento de Jesús (condición indispensable para la
encarnación). La virginidad perpetua designa
un tiempo indefinido sin interrupción para el futuro, parecido al aplicado a la
presencia de Jesús hasta el fin del mundo[6].
Una virgen dada en esposa, fue juzgada digna, idónea al
servicio de la encarnación, a fin de que fuese honrada la virginidad y no fuese
despreciado el matrimonio. La virginidad va unida al comienzo del matrimonio.
José es el esposo custodio, testigo doméstico de la pureza de María.
CONCLUSIÓN
Basilio murió el 1 de enero del 379 sin poder asistir al
triunfo que él había preparado. Murió sin llegar a los 50 años, agotado por las
austeridades, el ascetismo y luchas que había mantenido en su episcopado.
“Debió contentarse con trabajar sin esperanzas. La paz, por la que tanto había
luchado, no se restableció sino después de su desaparición”[7]. Los
primeros elogios fúnebres fueron los de su hermano Gregorio de Nisa y su gran
amigo Gregorio Nacianceno.
Legó
a la Iglesia
un amplio y riquísimo patrimonio de tesoros espirituales: el monacato que él
mismo había reorganizado y sus Reglas que habrían de gobernarlo durante muchos
siglos; sus escritos teológicos, llenos de sabiduría y sensatez, que le han
hecho merecedor de ser contado entre los ocho mayores Padres y Doctores de la Iglesia universal. Su
producción literaria comprende trabajos dogmáticos, ascéticos, pedagógicos y
litúrgicos. A él se debe la fijación definitiva de una de las más conocidas
liturgias orientales, que lleva su nombre: basiliana y que aún se celebra, algunos
días al año en el rito bizantino.
Setenta
y dos años después de su muerte, el Concilio de Calcedonia le rindió homenaje
con estas palabras: “El gran Basilio, el ministro de la gracia que expuso la
verdad al mundo entero indudablemente fue uno de los más elocuentes oradores,
entre los mejores que la Iglesia
haya tenido; sus escritos le han colocado en lugar de privilegio entre sus
doctores”.
APÉNDICE 1:
“ORACIÓN A SAN BASILIO”
Dios, Padre bueno,
te damos gracias por la vida de San Basilio, en la que nos has regalado un
ejemplo hermoso de lo que es seguir a Cristo con una vida comprometida.
Gracias porque nos
enseñó a buscarte en la oración y en la Eucaristía.
Gracias porque meditando
tu Palabra nos transmitió la sabiduría que viene de lo alto.
Gracias porque nos
enseñó a reaccionar amando, especialmente a los pobres y a los enfermos, y a no
desentendernos de lo que le sucede a nuestro prójimo.
Padre bueno, por
intercesión de San Basilio, que nació y creció en una familia santa, bendice
nuestros hogares para que vivan en unidad y amor.
Bendice a toda
nuestra comunidad, especialmente a los niños y a los jóvenes.
Libra de todo mal
nuestros campos, que no nos falte la salud, el pan y el trabajo.
Y que, a ejemplo de
San Basilio, impulsados por el Espíritu Santo, hagamos conocer y amar a
Jesucristo llevando una vida en santidad.
Amén.
Hna Marina Merina
[1] Dirigida
a la matrona patricia Cesaria en el año 372.
[2] Johannes Quasten, Patrología II. La edad de oro de la literatura patrística griega,
B.A.C., Madrid 1962, p. 245.
[4]
Fil 2,6.
[5]
Anuncio.
[6]
Mt 28, 20.
[7]
Agustín Fliche, Víctor Martín, Historia de la Iglesia. La Iglesia del Imperio.
Volumen III, Ediciones EDICEP,
Valencia 1977, p. 288.
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