Monasterio Cisterciense de Valserena (Italia) en él vive la autora de este artículo publicado italiano, en la revista VITA NOSTRA |
Sor María
Francesca Righi, Valserena, OCSO
Los santos son los verdaderos protagonistas de la
evangelización en todas sus expresiones. Ellos son, en particular, también los
pioneros e impulsores de la nueva evangelización: con su intercesión y con el
ejemplo de su vida, atenta a la fantasía del Espíritu Santo, muestran a las
personas indiferentes e incluso hostiles la belleza del Evangelio y de la
comunión en Cristo, e invitan a los creyentes, por así decir, tibios, a vivir con alegría la fe, esperanza
y caridad, a redescubrir el “gusto” por la Palabra de Dios y de los Sacramentos, en
particular del Pan de vida, la Eucaristía[1].
Apertura de la
causa de beatificación
El
lunes 26 de noviembre del 2012, a las 18’00, tuvo lugar en la Iglesia del Monasterio
Cisterciense de la Santa Cruz ,
la apertura del proceso de beatificación y canonización de la Fundadora M. María Evangelista
Quintero Malfaz, natural de la
Villa de Cigales, Valladolid. Junto al Arzobispo de
Toledo y a diferentes personalidades de la Iglesia local y de la Iglesia de España, el Abad
General Dom Lepori, y el Postulador, P. Pierdomenico Volpi, estaban presentes,
con la comunidad monástica y su Abadesa, las autoridades y le gente del lugar.
Motivaciones
¿Qué
motivos tenemos para interesarnos por la figura de esta monja española, casi
contemporánea de Santa Teresa de Ávila, cuya causa de beatificación apenas ha
sido introducida el año pasado por la Orden Cisterciense ? Expresamos
sustancialmente uno, el principal, antes de dar de la Venerable María
Evangelista un esbozo biográfico. El año de la Fe nos invita a recorrer la historia buscando en
ella los testimonios de la santidad vivida:
Será decisivo durante el curso de este
Año recorrer la historia de nuestra fe, la cual ve en el misterio insondable de
la unión entre santidad y pecado. Mientras la primera evidencia la gran
aportación que los hombres y mujeres han ofrecido al crecimiento y desarrollo
de la comunidad con el testimonio de u vida, el segundo debe provocar en cada
uno una sincera y permanente obra de conversión para experimentar la
misericordia del Padre que sale al encuentro de todos[2] .
Hacer
un ejercicio de memoria recorriendo la historia, sugiere un acercamiento entre
el tiempo en el cual ha florecido la santidad de María Evangelista y nuestro
tiempo. Nosotros, hoy, a cincuenta años de la apertura del Vaticano II, nos
preguntamos cómo hemos procedido, en la vida religiosa, según las directivas de
aquel Concilio. Estamos llamados a calcular la reforma acaecida en orden a la
respuesta a los signos de los tiempos. María Evangelista es una fundadora y una
reformadora. Nosotros estamos en una época de reforma de la vida consagrada, y
de redescubrimiento de las fuentes de nuestros fundadores. Podemos con gran
utilidad, ver su obra como un modelo para cuanto estamos llamados a cumplir
hoy.
Encontramos
una coincidencia curiosa: María nace en 1591. En ese mismo año, en otra región
de Europa, Francia, nacen cuatro mujeres que tendrán la misión de reformar la Orden , a través de la
renovación de sus comunidades: cuatro reformadoras. Citamos literalmente de la
unidad del Programa Observantiae[3] .
“Uno
de los hechos fundamentales de la vida religiosa en la Francia moderna es la
implicación de toda una sociedad de mujeres jóvenes en la renovación monástica,
con la reforma de órdenes antiguas o la creación de nuevas congregaciones. Las
monjas cistercienses tuvieron su parte en este movimiento. Cuatro de ellas,
relativamente bien conocidas, nacieron en 1591.
Estas
son:
- Jeanne de Courcelles de Pourlans (1591-1652),
Abadesa reformadora de Tart,
- Françoise de Nérestang (1591-1652),
Abadesa reformadora de Mégemont, transferido seguidamente a La Bénissons-Dieu ,
- Angélique Arnauld (1591-1661), Abadesa
reformadora de Port-Royal,
- Louise Perrucard de Ballon (1591-1668),
fundadora de las Bernardas reformadas de Saboya, nacidas en la Abadía Sainte-Catherine
del Semnoz.
Las
familias de las cuatro monjas pertenecían a la aristocracia media y tenían
relaciones más o menos antiguas con la
Orden de Cîteaux. Beneficiados por el favor de los príncipes
y sabiendo utilizar el sistema de la encomienda, metieron a sus hijas en
abadías cistercienses de las que esperaban obtener el bastón abacial, para dar
fama a su linaje, en busca de reconocimiento y de potencia, como demuestran sus
historias más recientes. En esta perspectiva y conforme a las costumbres de la
época, las futuras reformadoras ingresaban en el monasterio desde niñas y
recibían educación.
Jeanne
de Courcelles de Pourlan, criada hasta la edad de 14-15 años en el monastero de
Tart, vuelve a la familia por enfermedad, no se sentía capaz ni para el
matrimonio, ni para la vida religiosa. Finalmente entró en las Clarisas de
Migettes atraída por el canto coral. Cuando la carga abacial de Tart está
disponible, su padre obtiene para ella el báculo y logra hacérselo aceptar
encargándose él mismo de todas las formalidades. Jeanne recibe por tanto la
bendición abacial, vuelve a hacer un año de noviciado e hizo la profesión a
finales de 1618.
Françoise
de Nésterang fue puesta sobre el sitial abacial di Mégemont por su padre; su
hermano Claude deviene Abad de La
Bénissons-Dieu. Su padre para acomodar mejor a la hija, logra obtener la permuta de
estas dos abadías. Este cambio acontece el 2 y el 3 de julio de 1612, bajo la
guía de Dom Denis Largentier, Abad de Clairvaux.
¡Jacqueline-angélique
Arnauld, fue Priora a los 8 años y Abadesa a los 11 años!
Louyse
de Ballon, novicia con 7 años, confirmo rápidamente la elección hecha por sus
padres. Las cuatro jóvenes entraron en venerables abadías cistercienses
fundadas en la Edad Media.
Mas en el siglo XVII, estas abadías se encontraban en una triste situación,
tanto material como moral, habiendo la encomienda y las guerras de religión
empobrecido en lo material y favorecido el relajamiento de las observancias”.
La
situación de María Evangelista es, en algunos rasgos, similar a la de estas
cuatro mujeres y se desenvuelve en un tiempo que después de la grande herida de
la reforma y el posterior Concilio de Tridentino busca la renovación y la
aplicación de los decretos e reforma del Concilio. En general con Dell’Olmo
podemos decir que antes de este tiempo:
en la Iglesia entre la segunda mitad del siglo XIV y
finales del XVm existe una fuerte tendencia a la reforma, animada por el deseo
de retornar a la “observantia ad normam regulae” o “regularis observantia”,
como reacción al relajamiento y a la decadencia, introducidos en las Órdenes
monásticas y mendicantes por diversas causas internas y externas al mismo
tiempo, de tal modo que si de una parte “la Observancia expresa la
conciencia y el esfuerzo de toda la
Iglesia para lograr una reforma eclesial”, por la otra parte
precisamente “la
Congregación de Observancia es la estructura eclesiástica con
la cual las Órdenes religiosas buscaron hacer posible y estable la reforma
religiosa[4]”.
Pertenece
al período sucesivo la unificación, en modo diverso en cada país, en
Congregaciones. Desde 1591 se produce el alejamiento de los Feuillants[5]
de la Orden Cisterciense.
Éstos tenían 31 monasterios en Francia y 42 en Italia, entre ellos San Bernardo
alle Terme, Sebastiano ad Catacumbas y fueron establecidos en Turín cerca de la Consolata y en el
monasterio de Staffarda.
Las
Congregaciones surgidas en los siglos XV-XVII son las siguientes: Congregación
de Castilla (1425); Congregación de San Bernardo en Italia (1497); Congregación
Portuguesa (1567); Congregación de la
Corona de Aragón (1616); Congregación Romana (1623);
Congregación de la Alemania Superior
(1624); Congregación Irlandesa (1626); Congregación de Calabria y Lucania
(1633); Congregación de la Estrecha
Observancia (1666); Congregación de los Feuillants (1595).
Algunas de estas ya no existen. En la
Orden hay también muchos otros monasterios incorporados
directamente a la Orden
y algunas Federaciones de monjas, bajo la jurisdicción de los obispos y otros
monasterios, de algún modo unidos a la Orden.
Además
de los problemas con el Capítulo General, en el siglo XVII, se inició un
período de desacuerdo internos che duró hasta la supresión de la Congregación. Estos
problemas fueron causados sobre todo por las luchas por obtener las cargas y
los nombramientos por parte de los representantes de las cuatro provincias, La Congregación de
Castilla dejó de existir de hecho en 1835 (debido a la desamortización de
Mendizábal), si bien no ha sido nunca suprimida oficialmente por la Iglesia. Actualmente
está compuesta por 13 monasterios femeninos.
El
monasterio de la Santa Cruz
(Casarrubios del Monte, Toledo), fundado por la Madre María Evangelista
pertenece hoy día a la
Congregación de Castilla, como ya dijimos, la más antigua, y
quizás la más rica y famosa, mas en el curso de la historia ha pertenecido al
movimiento de la
Recolección y después pasó a la Orden Cisterciense como dice el
artículo del Padre Victorino Blanco en la Revista Monástica
Cistercium.
El 29 de abril de 1953, fiesta de nuestro S.
P. San Roberto finalizó gloriosamente en el Monasterio de Santa Ana de
Valladolid una institución cuatro veces secular y altamente fecunda en frutos
de santidad. Para secundar las directivas que el Santo Padre Pío XII dio al
mundo religioso mediante la Constitución
Apostólica “Sponsa Christi” fue necesario que las pacíficas
habitantes de este cenobio realizaran en su interior una profunda revolución.
Esto suponía un paso decisivo de acercamiento y compenetración con el resto de la Orden y de ésto se alegraron
mucho. Sin embargo, también suponía un sacrificio heroico. Se exigía por su
parte la renuncia a algunas reglas y algunos usos que habían modelado su vida y
que con su gran austeridad habían ejercido para ellas una irresistible
fascinación. Se les pedía renunciar a
continuar representando el espíritu de aquella venerada institución que llaman
Recoletas, de las cuales fue la Casa Madre
durante casi cuatro siglos. Esto les costó mucho. Además, tenían en su historia
una cadena de almas elegidas que con el suave perfume de su santidad
conquistaron para Sta. Ana un lugar de honor entre las filas cistercienses. El
primer aro de esta cadena se inicia en los albores de la Recolección y se une
con las madres fundadoras. La Madre María
Evangelista fue una mujer extraordinaria por la fuerza de su carácter, por sus
dotes de gobierno, por su fortaleza en las pruebas y sobre todo por su
santidad. Presentamos hoy una de estas almas que si Dios ha querido que
permanecieran escondidas a la veneración póstuma de los hombres non son menos
santas por el hecho de ser desconocidas[6].
Perfil de
Madre María Evangelista
En los
archivos de los monasterios de Las Huelgas de Burgos, Santa Ana de Valladolid y
de la Santa Cruz
de Casarrubios del Monte (Toledo), existen muchos documentos che atestiguan la
vida de Madre Evangelista, su recuerdo todavía permanece vivo.
La
vida de María Evangelista puede ser subdividida en cuatro partes:
I. 1591-1609, infancia penosa y juventud precozmente madura (18 años). Nace en Cigales (Valladolid), el 6 de enero de 1591 y fue bautizada el 18 del mismo mes con el nombre de María (fue precedida por cuatro hermanos). Sus padres, Don Gonzalo Quintero y Doña Inés Malfaz, provenían de familias acomodadas. Eran buenos padres, ferviente cristiano y no tenían ningún otro interés que educar a sus hijos en la virtud. Don Gonzalo muere en 1592, cuando la niña apenas tenía un año; la madre, Dña. Inés, forjó cristianamente a la hija. María, supo crear un tesoro de las enseñanzas maternas y en las relaciones con las personas mantuvo siempre un comportamiento lejano de la ofensa a Dios. Hacia los 15 años sintió el deseo de consagrarse a Dios, pero el 14 de octubre de 1608, muere su madre. Finalmente, al año siguiente pudo coronar su deseo y entró en el monasterio de Santa Ana en Valladolid.
I. 1591-1609, infancia penosa y juventud precozmente madura (18 años). Nace en Cigales (Valladolid), el 6 de enero de 1591 y fue bautizada el 18 del mismo mes con el nombre de María (fue precedida por cuatro hermanos). Sus padres, Don Gonzalo Quintero y Doña Inés Malfaz, provenían de familias acomodadas. Eran buenos padres, ferviente cristiano y no tenían ningún otro interés que educar a sus hijos en la virtud. Don Gonzalo muere en 1592, cuando la niña apenas tenía un año; la madre, Dña. Inés, forjó cristianamente a la hija. María, supo crear un tesoro de las enseñanzas maternas y en las relaciones con las personas mantuvo siempre un comportamiento lejano de la ofensa a Dios. Hacia los 15 años sintió el deseo de consagrarse a Dios, pero el 14 de octubre de 1608, muere su madre. Finalmente, al año siguiente pudo coronar su deseo y entró en el monasterio de Santa Ana en Valladolid.
II.
1609-1626, en Sta. Ana como hermana conversa (17 años).
Era humilde con conocimiento, caritativa con
amor, obediente sin interés, ágil sin precipitación, honesta, retirada,
silenciosa y la más pronta al cumplimiento de las Constituciones y de la Regla[7].
Su
hermano D. Antonio, (tutor de su hermana) quizás a causa de la dote que debería
dar por la hermana (pues había heredado más que suficiente para dote de monja
de coro) eligió que su hermana fuera conversa[8],
por Profesó y vivió como tal, durante diecisiete años. Fue una monja ejemplar
durante este tiempo también, desenvolviendo los cargos monásticos asignados,
con gran caridad, manteniendo el deseo de ser monja de coro.
No puedo negar que la parte de Religión en que me han puesto, en fin,
como de Religión, es muy perfecta, mas para mí sólo la de corista tengo por
proporcionada. Ésta es la que deseo, ésta a la que aspiro y para lograrla has
de poner las diligencias, si hallasen en ti algún cambimiento (cabida) mis
súplicas[9].
III.
1626-1633, es finalmente aceptada como corista: en este período aparecen las
llagas de los estigmas, y otro dones: de discernimiento espiritual, de
hierognosis (conocimiento de lo sagrado), de profecía:
Le hizo Nuestro Señor merced de imprimirle sus santísima
llagas. Y nuestro padre maestro fray Francisco de Vivar –que era confesor
entonces- le mandó las mostrase a algunas, entre las cuales fui yo, aunque
indigan. Un viernes me las mostró en las dos manos, las cuales las tenía que se
conocía estar con gran dolor. Era un círculo redondo amoratado, como que debajo
del pellejo había agujero. Y como era tan humilde, mostraba en su apacible
semblante tanto encogimiento, que yo lo tuve grande de no afligirla, que no me
detuve a mirar muy despacio, ni las toqué[10].
En
1626 su confesor, P. Vivar, se dirigió a la Abadesa de Las Huelgas que en aquel entonces era
Ana de Austria, hija de don Juan de
Austria, el héroe de la batalla de Lepanto, para lograr que María Evangelista
se pasase a las monjas de coro. Ana de Austria consintió y así María pasó a las
monjas coristas. Mientras tanto un matrimonio de Casarrubios del Monte, deseosa
de tener un monasterio en la propia Villa, se dirigió al monasterio de Santa
Ana.
IV.
1634-1648, parte para fundar el monasterio de la
Santa Cruz con otras dos hermanas y allí es
elegida Abadesa hasta 1648.
Después
de varias vicisitudes, el 25 de octubre de 1633, partieron de Santa Ana las
fundadoras del nuevo monasterio: Sor María Evangelista, Abadesa; Sor Francisca
de San Jerónimo, priora; y Sor María de la Trinidad , vice-priora. Los comienzos del nuevo
monasterio fueron difíciles a causa de la pobreza en la cual se encontraron las
monjas; el 27 de noviembre de 1634 fue instituida la clausura monástica y María
Evangelista se convierte en la primera Abadesa del monasterio de la
Santa Cruz de Casarrubios del Monte. Su
caridad se dilataba al pueblo de Casarrubios y más allá de él. También están
certificadas varias conversiones obtenidas por la oración de la Abadesa , entre éstas
recordamos la del Conde de Casarrubios Don Gonzalo Chacón. Durante su gobierno
se produce el prodigio de la
Sangre de Cristo.
El milagro fue en la forma que sigue: el día
17 de enero, que es San Juan Crisóstomo, del año 1648, viernes, pasando la
comunidad en procesión con los salmos penitenciales, como es de orden todos los
viernes del año, todas las religiosas iban en ella desde la primera hasta la
última. Sin avisarse una a la otra, iban reparando que el santo Cristo estaba
muy demudado y, saliendo después de haber concluido con los salmos, comenzaron
a dar estas noticias a la Santa Madre ,
todas allí en comunidad. Mas la Santa Madre ,
que lo sabía mejor que nosotras, convino en ello diciendo que era verdad; mas
como Dios le había dado tan gran prudencia, mandó que por entonces que todas se
fuesen a cumplir con sus obediencias. Y que después de dicha Tercia y una
Vigilia y Misa cantada por una religiosa de la Orden , volveríamos en comunidad a reconocer lo
que había. Lo cual se hizo así, estándose la santa efigie con el mismo
semblante de congoja y sudor, y el ropaje, que es morado muy oscuro, como de
color ceniza, de todo lo cual nos certificamos muy bien.
Viendo la Madre Evangelista que era tan
cierto que sudaba sangre y agua, me mandó a mí, Sor María Gertrudis del
Santísimo Sacramento –que soy la que escribe esto y estuve presente a todo-,
que fuese a cierto lugar donde Su Reverencia me señaló y trajese un lienzo para
limpiar la santa imagen. Lo cual hizo por su propia mano y supe después, por un
confesor suyo, que le había dicho nuestro Señor: Tú sola, María, habías de ser la que me aliviase y limpiaras de este
sudor y congoja[11].
El paño,
con las manchas de sangre, se conserva todavía hoy en el monasterio de
Casarrubios como el cuadro con el rostro de Cristo que se venera en la Iglesia conventual. Desde
aquel día María Evangelista comenzó a sentirse mal y murió el viernes 27 de
noviembre del 1648.
Su
cuerpo fue expuesto en el coro durante dos días; la gente acudió de todas
partes para venerar a la Madre
y para tocar su cuerpo. Como testimonio de esta veneración es el título de
Venerable que le fue dado, por los fieles, a la Madre Evangelista. Después de
cinco años sepultada, se encontró su cuerpo incorrupto y emanaba un suave
perfume, tanto que todos querían ver y sentir tal prodigio. Muchas personas han
dejado testimonio escrito de este extraordinario acontecimiento. En 1965 su
cuerpo fue nuevamente hallado incorrupto y sepultado en la Sala Capitular del monasterio. El
2 de julio del 2013 se procedió a la exhumación de los restos de la Sierva de Dios para
trasladarlos a la Iglesia
del monasterio donde ahora reposan.
Conclusión
Releemos
las etapas de su vida en el monasterio a la luz de la doctrina espiritual de
nuestros Padres, y las doctrinas
clásicas de los grandes doctores de la Iglesia : las etapas de la purificación, de la
iluminación, de la unión, e incluso según la doctrina de San Bernardo: de la
verdad sobre sí mismo, de la compasión y de la contemplación:
I
etapa: Como hermana conversa: Purificación: amor de la verdad en sí mismo, el
primer plano del primer grado de humildad/verdad en el banquete de la Sabiduría.
II
etapa: purificación que es compasión. Es el segundo grado de la verdad: después
de haber conocido la propia miseria se vuelve uno capaz de compasión hacia el
prójimo, y el signo de esto es la co-participación en la Pasión del Señor que en
ella se comprueba en el don de los estigmas (Tú serás como mi sombra,
le dice Cristo), y confirmados por numerosos testimonios de la calidad humana y
espiritual de sus relaciones, de su poder-capacidad de curación.
III
etapa: contemplación: es el tercer grado de humildad, o de amor a la verdad en
sí misma, significado en particular por las dos formas que Bernardo mismo
indica como el culmen del camino espiritual (M. María Evangelista tuvo un gran
don de acogida de las nuevas vocaciones, permaneciendo sin embargo bien
adherida a la pureza de la Regla )
y la contemplación del Rostro, encarnada por el último signo de la
contemplación del cuadro que suda sangre y agua donde María Evangelista viene a
ser una nueva Verónica.
Muere
justo después de este último episodio. ¿Qué hizo entonces sino che Cristo
prolongara su pasión en su Iglesia? El 1648, año de la muerte de M. Mª
Evangelista y también año de la
Paz de Westfalia[12].
El 20
de noviembre el Papa Inocencio instaba vigorosamente la estipulación de esta
Paz, en la que se había enterado con vivo dolor que la religión Católica era
equiparada a la confesión protestante.
En Westfalia se derrumbaron las bases de la cristiandad, la unidad de la fe y
la orgánica unidad de la autoridad, Papa y emperador. Ahora, se puede declarar
desaparecida la sociedad de la cristiandad, cuando se rechaza el derecho divino
que articulaba a todos sus miembros en Dios y en el magisterio de su Iglesia.
En su lugar entraron los estados confesionales protestantes, con un derecho
natural desligado de Dios y ya sin límites, y los estados confesionales
católicos. Esta cristiandad lacerada, en la Europa de raíces benedictinas, renacerá
precisamente en los siglos de la expansión misionera en las Indias y en América.
El respiro universal de la
Iglesia duramente probado por la fuerza centrífuga del
protestantismo, renace en el abrazo misionero al mundo apenas descubierto. Mas
Cristo tiene un bello motivo de continuar emanando sangre y agua viendo el
semblante de la cristiandad irremediablemente dividido. Además es singular que
los carismas de los cuales ha sido dotada la Madre Evangelista constituyan
una silenciosa respuesta a temas puestos en discusión por la reforma
protestante: la hierognosis[13]:
el reconocimiento de Cristo verdaderamente presenta en la Ostia consagrada, la
veneración de una imagen, la vida monástica vivida integralmente en una
positiva tensión de reforma.
Volviendo
a nuestra época; nuestro mayor reto uno es sólo una cristiandad dividida, sino
de una profesión abiertamente atea y anticristiana de la mayoría de los
estados. La figura de María Evangelista puede servir de maestra y modelo, y su
vida de fecundo ocultamiento acrece la fe en nuestra vida de oración.
Traducción de la Hna Marina Medina
[1] Benedicto XVI, Homilía en la Misa
de Canonización de Hildegarda de Bingen y Juan de Ávila, 7 octubre 2012.
[2] Benedicto XVI, Porta Fidei, Carta Apostólica en modo de motu proprio, 11 octubre 2011,
n.13.
[3] AA.VV., Obsevantiae. Continuità e riforme nella Famiglia Cistercense, este
programa ha sido realizado por las comunidades de la Familia Cisterciense
y, para este fin, puede ser libremente reproducido y traducido. Para otro tipo
de uso, los derechos son reservados, Roma, 14 septiembre 2002 www.ocso.org, pp. 72-75, Mons. Alain Guerrier.
[4] Mariano Dell’Omo, Storia del monachesimo occidentale dal medio
evo all’età contemporanea, Jaca Book, Milán, 2011, p. 293.
[5] Feuillants era el nombre que se daba a los
monjes cistercienses de la abadía
de Notre-Dame-des-Feuillants, fundada en 1145 en el reino de
Francia, en territorio perteneciente posteriormente a la diócesis
de Rieux.
Se establecieron como una Congregación separada en 1591, con la reforma del
abad Jean de la Barrière que aprobó el papa Gregorio XIII.
El nombre (del francés feuille -"hoja"-) provenía de
su régimen de alimentación, estrictamente vegetariano,
sin incluir huevos ni pescado. Entre otras normas, debían dormir y comer sobre
el suelo, realizar trabajos manuales y guardar voto de
silencio. Establecieron dos monasterios en Roma. En 1630 la orden se
dividió en dos ramas, la francesa (Feuillants) y la italiana (Bernardinos reformados).
La rama francesa fue suprimida durante la Revolución, en 1791; mientras que la italiana
se reintegró a la Orden
del Císter.
[7] Don Pedro de Sarabia, Vida y espiritualidad de la Madre María
Evangelista, Libro I, nº. 223, S. XVIII.
[8] Significa que se dedicaría
en el monasterio a las labores domésticas y no participaría de los rezos de las
horas liturgica,s a no ser la Santa Misa.
[9] Carta a su hermano Antonio, Don
Pedro de Sarabia, Vida y
espiritualidad de la Madre
María Evangelista, Libro I, nº. 233, S. XVIII.
[10] Carta de la Madre Micaela María de Santa
Ana, 6 de mayo de 1663, Fundadora y Abadesa del Monasterio de Santa Ana de
Lazcano.
[11] Don Pedro de Sarabia, Vida y espiritualidad de la Madre María
Evangelista, Libro II, nº 271, S. XVIII.
[12]
Concluida en 1648 con los Tratados de Münster y de Osnabrück, la Paz de Westfalia pone fin a la
guerra de los Treinta Años, uno de los conflictos más sanguinarios de la
historia. Mientras la Europa
moderna se forma entorno a los estados-naciones, una nueva organización de las
relaciones internacionales aparece en el horizonte. Será este modelo el que
condiciones la geopolítica durante dos siglos más.
[13] Hierognosis: “capacidad
de percibir y reconocer lo que es sagrado o bendecido”, por ejemplo el carisma
de reconocer la presencia real de Cristo en las formas consagradas, y reconocer
sin embargo, cuales no están consagradas, y en general, reconocer la presencia
de signos de santidad.
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