HISTORIA DE LAS EXPLICACIONES DEL LIBRO DE DANIEL
Daniel rechaza los buenos manjares que le ofrecen de la mesa del Rey |
I. Contenido del libro (su estructura literaria)
El contenido del libro
de Daniel, se divide en dos partes; una histórica (1-6) y otra profética
(7-12).
La primera parte
relata varios sucesos de la vida de Daniel: su deportación al exilio y su
educación en la corte de Nabucodonosor (c.1); la interpretación del sueño de éste
acerca de la gran estatua (c. 2); la salvación de los tres compañeros del horno
del fuego (c. 3); la interpretación del sueño de Nabucodonosor acerca de la
humillación del reino (c. 4); y la misteriosa escritura sobre la pared del
palacio real de Baltasar (c. 5); su salvación de la fosa de los leones, bajo el
reinado de Darío el Medo (c. 6). En todos estos episodios se muestra a Daniel
fiel a la ley mosaica y a la protección especial de Dios, como consecuencia de
esa fidelidad.
La segunda parte
contiene cuatro visiones sobre el futuro del pueblo israelita: la visión en un
sueño de los cuatro imperios de la tierra, simbolizados en cuatro bestias y el
Hijo del Hombre (c. 7); la lucha del macho cabrío sobre el carnero (c. 8); las
70 semanas (c. 9); los sucesos desde el hundimiento persa hasta la persecución
del pueblo israelita y la derrota del perseguidor (cc. 10-12); la salvación de Susana
(c. 13); desenmascaramiento de los sacerdotes de Bel (14,1-21); la salvación de
la fosa de los leones bajo el reinado de Ciro (14,22-42).
Ambas partes del libro
contienen un orden cronológico estricto (Nabucodonosor-Baltasar-Darío el Medo-Ciro),
pero no contiene una biografía completa de Daniel, sino que ofrece solo
episodios aislados de su vida. La primera parte habla de Daniel en tercera
persona, la segunda pinta las visiones en forma de autobiografía con algunas
observaciones aisladas, e introductorias en tercera persona.
“Hasta casi la época moderna
se le tiene a Daniel por profeta”
Tradicionalmente el libro de
Daniel es considerado como profético, que fue escrito por el profeta Daniel
hacia el final o inmediatamente después del destierro de Babilonia. La
tradición judía y cristiana está de acuerdo en este punto. Sin embargo hay
alguna excepción en esto y no faltaron ya en la antigüedad voces en contra, que
colocaban la composición del libro en tiempo de los Macabeos.
Tal era la idea de Porfirio
que en su décimo libro contra los cristianos, pretende que no fue escrito por
aquel bajo cuyo nombre figura, sino por un autor que vivió en los tiempos de Antíoco
Epífanes, y estuvo en Judea viviendo el drama de la persecución provocada por
este rey contra los judíos, por tanto que no fue Daniel quien predijo el futuro
sino que fue otro autor quien narró el pasado. Los escritos de Porfirio fueron
más tarde condenados al fuego por orden imperial; son conocidos por fragmentos
de sus refutadotes (Eusebio de Cesarea, Metodio, Apolinar etc.).
En los siglos XVII y XVIII
también Newton y Spinoza, eran en parte contrarios a la tesis tradicional y
pensaban que solo algunos capítulos del libro habían sido escritos por Daniel mismo.
Para Newton los seis primeros eran escritos por otros autores distintos y
Spinoza sostenía que los cc. 8-12, habían sido escritos por Daniel pero los
anteriores eran extractos de los Anales del Reino Caldeo.
“A partir del siglo XVIII,
se habla de una ficción literaria del tiempo de Antíoco Epífanes y se suscitan
controversias”
En la época moderna
hacia el final del siglo XIX, es negada sistemáticamente la tesis tradicional
proponiendo como época de composición el tiempo de Antíoco Epífanes.
H. Corrodi afirmó
haber sido compuesto el libro por un impostor de esa época. Eichhon en la primera
y segunda edición de su libro, “introducción al AT”, solo se atrevió a rechazar
la autenticidad de los seis primeros capítulos, pero en la tercera y cuarta
parte (1824) niega también la autenticidad de las visiones. Desde entonces la
opinión de los críticos independientes, tienen el libro de Daniel por una
ficción literaria, aunque algunos también han hablado de impostura. La cuestión
de los géneros literarios no se valoraba todavía por entonces suficientemente
en el campo de la exégesis.
C. J. Ball, nos ha
dejado ya una importante lección a favor de una legitima ficción literaria, a propósito
de este libro, y dice, que lo que menos se le ocurre al autor y a sus discípulos,
es preguntarse si las personas escogidas, los acontecimientos y circunstancias
que con tanta viveza sugieren su doctrina, son en sí mismos reales o fingidos.
La doctrina es todo; el modo de presentación, no tiene valor independiente. Pero
para admitir en la Biblia
la diversidad de géneros literarios, hacía falta tiempo, por eso se entiende la
fuerte reacción que se levantó por parte
de católicos y protestantes, contra estas posiciones críticas que se iban
extendiendo.
Un autor protestante,
en una serie de conferencias, dice sobre el profeta Daniel, que este libro es
especialmente indicado como campo de batalla entre fe e incredulidad; que no
admite términos medios, que es divino o que es una impostura; “tiene que ser ficción
fraudulenta en sí misma y destructiva de toda confianza, el escribir un libro
bajo nombre de otro y darlo como si fuera suyo. Por tanto, si el autor de
Daniel mintió, atribuyendo a Dios profecías que nunca fueron pronunciadas y
milagros que nunca fueron hechos, todo el libro es una mentira en nombre de Dios”
(E. B. Pussey).
II Argumentos presentados a favor del origen macabaico del libro
La crítica literaria e histórica
de Daniel, demuestra con bastante claridad que el libro fue escrito en el siglo II a. de C. Hay
argumentos suficientes para esa proposición.
A) Extrínsecos
a) El canon judío, no coloca a Daniel
entre los profetas, sino entre otros escritos. Esto indica que cuando se formó
el canon judío referente a los profetas, todavía no existía el libro de Daniel.
Si existía ya cuando se formó el canon alejandrino, pues en los LXX y la Vulgata , Daniel figura
como el último de los cuatro grandes profetas.
b) El libro de Daniel no era conocido en
el año 180, para el autor del Eclesiástico, pues no lo menciona en el elogio a
los Padres y de Ezequiel se pasa a los profetas menores (49,8-10). Si el autor
del Eclesiástico hubiese conocido a Daniel, no habría dicho que ninguno había
nacido nunca como José, sostén de sus hermanos en tierra extraña (49,15). Matatías
en cambio, si nombra a Daniel con otros personajes ejemplares[1].
B) Intrínsecos
a) Argumento literario. El hebreo de
Daniel es muy posterior al siglo sexto a. de C. Es de la época siguiente a
Esdras y Nehemías. El arameo es posterior al siglo VI a. C. Existen también al
menos quince palabras de origen persa y tres de origen griego. Hay algunos
nombres de instrumentos musicales que exigen fechas posteriores a Alejando
Magno.
b) Argumento histórico. El autor revela
un conocimiento imperfecto e inexacto de la historia política de Babilonia,
durante los últimos años del imperio Neo-Babilónico y los primeros del persa.
No es posible que haya vivido durante este periodo.
2º. Se considera a
Baltasar como ultimo rey de Babilonia y como hijo de Nabucodonosor. Baltasar,
no fue rey, y fue hijo de Nabonida, que sí, fue el último rey de Babilonia.
3º. Se dice de Darío el
Medo que sucedió a Baltasar y en el c. 9, primero se le llama hijo de Jerjes.
La historia desconoce a dicha persona. El autor ha introducido erróneamente un
imperio Medo, gobernando sobre Babilonia entre los imperios Neo-Babilónicos y persa.
4º. El que
Nabucodonosor estuviese loco[3] y desposeído del
reino, no es confirmado por ningún documento; sí consta que Nabonida, estuvo
alejado del trono, impedido por alguna enfermedad, aunque nada se dice de
enajenación mental ni que sean siete años de duración. Solo esta confusión entre
Nabucodonosor y Nabonida, sería suficiente para excluir la posibilidad de un
testimonio contemporáneo.
5º. Por otra parte, el
autor se encuentra como en su casa en la historia de las dinastías de los Seléucidas
y Tolomeos; refiere detalles de la época de los Macabeos. En cambio, lo que ha
de venir después de Antíoco Epífanes, reviste las vaguedades de las predicciones.
Todo concurre a pensar en un autor contemporáneo de Antíoco Epífanes.
c) Argumento teológico. El libro de
Daniel, no encierra un mensaje para los hombres del siglo sexto a. C. sino para
los de la época de Antíoco IV. En cambio en los escritos proféticos, el mensaje
del profeta va dirigido a sus contemporáneos.
En la profecía del AT, no se
encuentra determinación de tiempo y personas. En Daniel encontramos muchos
detalles de tiempo, nombres y personas, que no son propios de la profecía. La
doctrina referente a los ángeles, la resurrección, el juicio final y el castigo
eterno, se presenta tan desarrollada y con tanta claridad, que están indicándonos
una época muy posterior al exilio. El que en el Canon judío, Daniel se
encuentre entre los Kethubin y no entre los profetas hace pensar que la recopilación
de los profetas había terminado ya; es también particularmente extraño que no
se le mencione en Sirácida[4] 49.
Conclusión: Todos estos
argumentos en su conjunto, nos impulsan a considerar que el libro de Daniel, es
indiscutiblemente un escrito de la época macabea. Examinando el Capitulo II, se
puede determinar con bastante precisión la fecha de su composición. La lucha
entre los Tolomeos y los Seléucidas, se describe con gran riqueza de detalles.
El clímax se alcanza durante el reinado de Antíoco IV y su persecución
religiosa contra los judíos. El punto culminante del sueño del c. 2 y de las
visiones lo constituye también este reinado. Su caída anuncia la era mesiánica.
El libro fue escrito durante la persecución y antes del afortunado final de la
primera fase de la guerra de los Macabeos. Se podría determinar, entre los años
167 y 164 a .
de C.
III Postura de los católicos en los últimos años
La hipótesis tradicional,
considerada en toda su pureza hoy, es insostenible. La mentalidad católica
sigue alejada de la de los críticos… no solo en cuanto que sostienen la
posibilidad de los milagros y profecías sean tales aquí, sino también porque va
contra ellos el testimonio constante de la tradición después de las palabras de
Jesucristo en Mt.24,15.
“Cuando veáis que está en
lugar santo el devastador que anunció el profeta Daniel”[5]; y además porque
repugna el que se admita simplemente que el libro de Daniel sea midrástico y apocalíptico.
Sin embargo la posición de los católicos se va inclinando más a considerar
decididamente el libro de Daniel como un apocalíptico compuesto en tiempos de
Antíoco Epífanes.
De esta opinión es Ramiro Augé
y J. T. Nelis; R. de Vaus (O. P) afirma que el libro de Daniel, debió de ser
escrito durante la insurrección macabea, entre los años 167-164. De parecida
manera se expresa Lusseau, diciendo que la obra entera en su estado actual debe
ser atribuida a un escritor de la era de los Macabeos. Más reciente, ya, en
esta línea de ideas, F. Vattioni y M. G. Cordero, clasifican a Daniel, como un apocalíptico.
IV Valoración de los argumentos de los críticos independientes
1 Dificultades y soluciones
Todos los argumentos
parecen objetivos y fuertes. Con ellos se intenta dar respuesta a las dificultades
históricas que presenta el libro de Daniel, pero las soluciones no parecen
disipar todas las dudas. Una dificultad procede de la cita mencionada ya, de Mt
24,15, en
la que Jesús atribuye a Daniel el libro que lleva su nombre, y se le llama
profeta: “cuando viereis al abominación, de que habló el profeta Daniel,
instalada en el lugar santo…”.
Esta dificultad puede
solucionarse a la luz de otros casos como Mc
13,14, que
es un paralelo de la cita de Mt 24,15 y no se nombra a
Daniel: “Cuando viereis la abominación de la desolación instalada donde no debe
ser…”. La referencia a Daniel puede ser no de Jesucristo, sino del Evangelista,
que añade la frase explicativa,” de que habló el profeta Daniel”. La frase no la
implica en cuestión de la autenticidad del libro; cuestión que no estaba
planteada, sino que era una forma de citarlo que es equivalente.
En cuanto al testimonio de la
tradición histórica; ésta no siempre puede imponerse, si la doctrina queda
intacta e intachable y más ahora con los amplios conocimientos de la historia
que se tienen y que en este caso tampoco se tienen dudas como, en otros
tiempos, sobre el género literario apocalíptico de Daniel. Si se abandona la
opinión tradicional, es por razones de peso.
2. Genero literario midrástico
El Midras hagádico, es
una historia edificante escrita para inculcar alguna doctrina religiosa o
moral. La literatura midrástica, prosperó extraordinariamente en dos
direcciones principales:
a) Comentarios exegéticos
a los distintos libros de la
Biblia (al Pentateuco, sobre todo, pero también a Rut,
Samuel, Cantar de los cantares, Isaías, Jonás, etc.).
b) Exposiciones
homiléticas de origen claramente litúrgico, en lo que se comentaba el pasaje
correspondiente a la reunión sinagogal de cada sábado o festividad.
Este género literario
no tiene paralelo fuera de las literaturas judías y cristiana y es que el punto
de partida del “Midras” es la fe en la Biblia como libro sagrado, que es preciso meditar,
profundizar y actualizar.
En Daniel, sobre todo
en la primera parte de su libro (1-6), no hay duda de que pertenece a este
genero literario, pues estos capítulos no son una simple y desnuda historia,
sino que quizá tomando como base una serie de antiguos relatos populares, el
autor los reinterpreta en función del presente. Daniel en 1,6-16), está
diciendo a los judíos perseguidos del siglo II, que no tiemblen ni claudiquen,
ante las amenazas de Antíoco, cuando les intima a sacrificar y comer de
animales impuros[6]. Nabucodonosor y Antíoco
son muy parecidos: ambos son profanadores del Templo[7]; Babilonia lo mismo
que Antioquia, se enfrenta a Jerusalén, la ciudad del Dios verdadero. El
ejemplo de los tres jóvenes que son fieles a las prescripciones alimentarías de
la Ley[8]; la negación heróica
a adorar la estatua del rey[9]; la oración a su Dios
pese al edicto del rey Darío[10], pueden ayudar a los judíos
enfrentados cara a cara con la persecución de Antíoco. La intención de estos capítulos
más que la de narrar la historia de Daniel o algunos incidentes de su vida por
lo menos, es la de narrar principalmente la grandeza del Dios de Daniel,
mostrando cómo frustró los propósitos soberbios de los monarcas y cómo defendió
a sus servidores que confiaron en Él. Es por eso que aunque parezca una
historia al lector poco perspicaz, es un comentario teológico de los
acontecimientos de aquel angustioso período que precede a la gran sublevación
macabea. Este es el mensaje del autor, mensaje de esperanza y confianza para
sus compatriotas atormentados. Esto justifica las inexactitudes históricas, pues
lo pretendido por el autor es exponer sus ideas de carácter teológico con el
fin de confortar y alentar a sus hermanos.
3. Género literario apocalíptico
“Apocalipsis”, es un término
griego, que significa “revelación”. Se refiere a algo revelado o descubierto a
unos pocos escogidos. Los judíos escogieron este término para referirse a un
tipo de literatura, que se suponía revelaba el futuro y estaba relacionada con
el fin de los tiempos. Esta forma literaria guarda una íntima relación con la profecía
y de hecho es hija de la profecía.
Un Apocalipsis es un libro seudónimo,
aunque ésta no sea una característica esencial del genero apocalíptico. El
autor tomó el nombre de alguna figura venerada en el pasado. Está compuesto en
lengua simbólica y oscura, en la que se describen en vaticinios y visiones la
historia del pueblo de Dios hasta el tiempo del autor. Casi siempre termina con
una con una predicción del inminente juicio escatológico, con el advenimiento
de la era mesiánica. Otra característica importante, es la intervención de los ángeles,
que son quienes de ordinario explican los misteriosos símbolos.
Solo el que el libro de Daniel
haya sido escrito después del año 167
a . de C. justifica que participe el género apocalíptico
y midrástico, que se hallaba en vigor en aquella época. El autor no emplea el
genero apocalíptico para engañar, sino para dar ropaje literario a su doctrina,
de la misma forma que Job empleó el diálogo para discutir un problema
religioso. Nada a priori, parece oponerse a que el género apocalíptico y midrástico
se encuentre en el libro bíblico, como lo es Daniel concretamente.
Daniel pudo ser una figura histórica
del destierro, que el autor tomó de la tradición con libertad midrástica, para
escribir su Apocalipsis.
La sección narrativa de Daniel,
es un preludio de las visiones. La historia de este personaje nos asegura que
por providencia de Dios la persecución no podrá conseguir su propósito. La visión
de los cuatro animales y la del carnero y el macho cabrío, aclaran este
mensaje. La historia de Oriente se desarrolla centrada alrededor de los reyes
representados por animales. En los cc. 10-11, se determinan los símbolos, Antíoco
Epífanes es el perseguidor por excelencia; es la única intención que domina las
dos partes del libro, dándoles la gran unidad. Daniel y sus compañeros
deportados a Babilonia fueron ayudados por Dios y sobrellevaron todas las
desgracias, por eso sobrevivieron a todas ellas. La misma providencia divina continúa
trabajando y protegiendo al pueblo de Dios y asegurando su supervivencia. La visión
final en el c. 12, termina adecuadamente el libro apuntando hacia la era mesiánica,
que se encuentra precisamente después de todas las desgracias. Y es que la
formula apocalíptica no excluye la predicción del futuro y Daniel, tiene un
cierto sentido profético, su autor mira más allá de la época en que vive, mira
hacia la era mesiánica.
Hna. María José P.